En Australia es un tema que llegó al parlamento, con una propuesta del Instituto Grattan, que recomienda un impuesto al azúcar para las bebidas gaseosas.
Se estima que la obesidad les cuesta a los contribuyentes más de 5 mil millones de dólares al año por los problemas de salud que genera.
La propuesta sigue a una llamado de la Organización Mundial de la Salud, que está urgiendo a los países que impongan el gravamen sobre las bebidas azucaradas.
El Instituto Grattan recomienda que por cada 100 gramos de azúcar en una bebida no alcohólica, se cobren 40 centavos.
Esto permitiría recaudar 520 millones de dólares y el costo para el consumidor sería mínimo, dice Stephen Duckett, el director del programa de salud del instituto.
"Reconocemos que lo que usted come, lo que usted bebe, es su decisión. Usted hace la elección, y usted vive con ella. Pero tomando esa decisión, usted también está incurriendo en costos que otros tienen que pagar.
El instituto estima que ese impuesto llevaría a que una botella de dos litros de una gaseosa, aumente en 80 centavos, y que esto provocaría una reducción en el 15 por ciento de su consumo.
Una gaseosa de dos litros cuesta $3.39. Con el impuesto aumentaría a $4.20.
El vice primer ministro, Barnaby Joyce, se opone a la idea, porque según él, en México, un impuesto similar no ha funcionado.
"México tenía uno de estos impuestos. Lo que sucedió allá fue que se perdieron empleos y el consumo de azúcar siguió aumentando. Nuestro consumo de azúcar en Australia se está reduciendo. Creemos en ser saludables pero no creemos que usted deba tener una política de salud dirigida por un impuesto al azúcar porque si usted quiere lidiar con ser obeso, aquí le sugiero que deje de comer en demasía y haga ejercicio. Ahí van dos consejos que son gratis, dice Barnaby Joyce.
Sin embargo, en México los expertos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología CONACYT aún no se atreven a decir qué tan positivo es el impacto en la salud de las personas, porque la medida se implementó apenas en el 2014, y se estima que se requiere un seguimiento de al menos 10 años para poderlo conocer con seguridad. Lo que sí se sabe, es que en ese año la introducción del impuesto redujo el consumo de refrescos entre el 6% y el 12% y al mismo tiempo el consumo de agua embotellada aumentó el 4%.