Las autoridades de Papúa Nueva Guinea volvieron el viernes al centro de detención que era gestionado por Australia en la isla Manus para intentar desalojar a los más de 300 inmigrantes que lo ocupan desde su clausura el 31 de octubre pasado.
“Todos nos estamos yendo”, dijo el refugiado Samad Abdul a SBS News, al explicar que sus compañeros están “asustados y lentamente todos hemos decidido salir. Ellos son muy agresivos”.
Según la cadena local ABC unos seis autobuses repletos de solicitantes de asilo y refugiados abandonaron el centro de Manus aparentemente con destino a los nuevos lugares de tránsito en Lorengau, a unos 20 kilómetros de distancia y que son considerados por los inmigrantes como otra prisión.
"(...) Los refugiados dicen que están abandonando el campo de prisioneros porque la Policía está usando la violencia y están muy molestos (...)", comentó en un tuit el periodista y refugiado kurdo-iraní Benrouz Boochani, quien fue detenido temporalmente el jueves en Manus.
La Policía papú ingresó el jueves al centro para inmigrantes de Manus, en un operativo que resultó en el traslado "pacífico y sin el uso de la fuerza" de unos 50 hombres, entre ellos Boochani, según el comisionado de la Policía papú, Gari Baki, aunque las versiones de los refugiados apuntan a que se realizó de forma violenta.
"La Agencia de la Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) expresó el jueves su preocupación por las denuncias de uso de la fuerza contra los refugiados en Manus, aunque añadió que había recibido garantías de que no se ha hecho uso de la fuerza.
"Australia tiene la obligación de tomar responsabilidades y proveer protección efectiva, seguridad y soluciones duraderas a los refugiados y solicitantes de asilo en cooperación con las autoridades de Papúa Nueva Guinea", Volker Türk responsable de protección del ACNUR.