Con los adultos ingresan también los menores de edad, para quienes esta experiencia de vida afecta sustancialmente las relaciones con su propia familia.
Asegurarse de que las personas refugiadas puedan acceder a la atención médica, incluidos los servicios de salud mental, es una parte importante de su solución.Pero el sistema de salud australiano puede traer nuevos desafíos para ellos.