El papa Francisco reconoció el martes en Estonia la indignación de los jóvenes ante los abusos que involucran al clero católico.
"Están indignados por los escándalos sexuales y económicos, ante los cuales no constatan una clara condena."
La Iglesia católica se encuentra en la actualidad en medio de una devastadora crisis existencial, debido a la multiplicación de las revelaciones sobre abusos sexuales.
La Conferencia Episcopal alemana presentó el martes oficialmente sus disculpas tras la publicación de un informe abrumador. El documento de Alemania, cuyo contenido fue filtrado a la prensa a mediados de septiembre, reconocía que al menos 3.677 víctimas entre 1946 y 2014, en su mayoría niños menores de 13 años, sufrieron abusos perpetrados por unos 1.670 clérigos.
Ante la magnitud del fenómeno, el pontífice argentino convocó para febrero del 2019 en el Vaticano a los presidentes de todas las conferencias episcopales del mundo para elaborar las medidas para "proteger a los menores" dentro de la institución.
Reinhard Marx, el presidente de la Conferencia Episcopal alemana se expresó con dureza en la presentación del informe. "El abuso sexual es un crimen y debe ser castigado. La Iglesia ha buscado mucho en otros lugares, ha escondido y negado la verdad", dijo.
Muchos obispos se encuentran en la mira de la justicia de su país por haber hecho la vista gorda, e incluso por haber trasladado a otras parroquias a sacerdotes pedófilos para alejarlos del escándalo.
Sin embargo, el papa Francisco aseguró que hay una mayor conciencia sobre el fenómeno de los abusos sexuales dentro de la Iglesia, y afirmó que no le temblará el pulso para negar la gracia a todo cura condenado por ello.
"Es cierto que la Iglesia está bajo acusación, todos lo sabemos, conocemos las estadísticas", reconoció el papa argentino ante los periodistas que lo acompañaban a bordo del avión que lo trajo desde Estonia a Roma.
"Si sólo un sacerdote ha abusado de un niño, es algo monstruoso", insistió.
"Entiendo que los jóvenes estén escandalizados por esa corrupción", dijo el pontífice, quien se reunió con jóvenes de Estonia para hablar de esos temas.
"Ellos saben que eso sucede en todas partes", admitió, "pero dentro de la Iglesia es más escandaloso, porque debe conducir a los niños a Dios y no hacia la destrucción", dijo.