Francisco, el actual líder del catolicismo, preside las honras fúnebres del papa emérito Benedicto XVI, quien falleció a los 95 años el sábado pasado.
En el último adiós, Francisco destacó su "sabiduría, delicadeza y entrega" poco antes de que el féretro fuera transportado al interior de la basílica de San Pedro para su sepultura.
El pedido del papa argentino fue lanzado ante el sencillo ataúd de madera donde yacía el cuerpo de Joseph Ratzinger, con encima una copia de los Evangelios y colocado en el atrio de la basílica.
La presencia de un papa en el funeral de su predecesor es algo inédito en la historia reciente de la Iglesia.
Francisco estaba rodeado por cinco cardenales en el altar instalado en el atrio que domina la inmensa explanada.
Al término de la ceremonia, de pie, ayudado por su bastón y sin paramentos, Francisco bendijo el ataúd y lo tocó con su mano para despedirlo.
Benedicto XVI, quien nació en Alemania y cuyo nombre secular era Joseph Ratzinger, fue elegido Papa en mayo de 2005 para suceder al reconocido Juan Pablo II. Sin embargo, en febrero de 2013 renunció al cargo. Algo que no ocurría desde el siglo XV.
Sobre el simbolismo y los escándalos que siguieron a Benedicto XVI, conversamos con el Dr. Miles Pattenden, historiador de la Universidad Católica Australiana, muy reconocido por su experiencia en la historia del papado.