Hoy se cumplen tres años del secuestro con rehenes en el café Lindt de Sydney y que costó la vida del secuestrador, Man Haron Monis y de los rehenes Tori Johnson y Katrina Dawson.
Aquel trágico incidente marcó un punto y aparte y desde entonces Australia ha modificado la manera en cómo enfrenta las amenazas a su seguridad, sobre todo en temas de terrorismo.
Tras el ataque, y a petición de los familiares de las víctimas, se llevó a cabo una investigación que duró más de 18 meses y que analizó en detalle cómo actuaron las fuerzas de seguridad en la operación de rescate.
Las conclusiones arrojaron numerosas críticas sobre cómo actuó el operativo policial y sobre las resoluciones judiciales que habían dejado en libertad a Monis, a pesar de estar acusado de numerosos delitos.
El experto en seguridad del gobierno, César Álvarez, nos recuerda que en octubre de este año se celebró una reunión especial del COAG (El Consejo intergubernamental australiano) para abordar temas de contra-terrorismo en el que se contemplaron las resoluciones de la investigación del secuestro del café Lindt y se decidió entre otras cosas equipar mejor a las agencias de seguridad, reforzar la seguridad en los lugares públicos y destinar recursos para prevenir la radicalización y el extremismo violento.
Algunas de las medidas implementadas tienen que ver con el seguimiento de las licencias de conducir para rastrear a terroristas y con los cambios de la legislación para poder arrestar a sospechosos de terrorismo sin cargos.
César Álvarez asegura que desde entonces, “Australia es un país ejemplar en dotar a sus agencias de inteligencias con no solo las capacidades de equipos y recursos, sino sobre todo con herramientas legislativas que le permite responder de manera mucho más pronta y más adecuada a este tipo de amenazas terroristas que son más complicadas de detectar.”
Los efectos sobre la libertad de las personas
Pero ¿Qué pasa con los efectos de estas medidas sobre la libertad de las personas y los derechos humanos en Australia?
La vigilancia en las comunicaciones y la sensación en la población de estar bajo un mayor escrutinio han despertado las críticas entre los defensores de las libertades públicas y el derecho a la intimidad de las personas.
César Álvarez cree que es muy difícil encontrar un balance perfecto en que se puedan cumplir con todas las expectativas que los grupos de derechos humanos esperan, y al mismo tiempo darle a la ciudadanía una certeza de seguridad.
“Ese es el dilema en que se encuentra el gobierno no solo aquí sino a nivel mundial”, explica Álvarez.
El experto en seguridad remarca además que a día de hoy Australia no ha sido víctima de un ataque terrorista masivo. Los ataques en nuestro suelo han sido incidentes terroristas aislados que no se pueden comparar con los que se han perpetrado en el continente europeo.
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