Puntos Destacados:
- La intervención de Trump se volvió determinante en varias elecciones, fortaleciendo a candidatos de derecha en momentos decisivos.
- El mapa político de la región se inclinó hacia posiciones conservadoras, desplazando a fuerzas progresistas en países clave.
- Gobiernos de izquierda reaccionaron con firmeza, denunciando injerencia y defendiendo la autonomía política de sus naciones.
Sinopsis:
Al comenzar 2025, América Latina se encontraba en un escenario político dividido. Por un lado, México con Claudia Sheinbaum, Brasil con Lula da Silva, Colombia con Gustavo Petro, Chile con Gabriel Boric, Bolivia con Luis Arce y Honduras con Xiomara Castro mantenían proyectos de izquierda.
En contraste, Argentina bajo Javier Milei, El Salvador con Nayib Bukele, Ecuador con Daniel Noboa, Uruguay con Luis Lacalle y Paraguay con Santiago Peña consolidaban un bloque conservador. La región mostraba un equilibrio frágil entre progresismo y derecha.
Pero, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en enero de 2025 alteró ese equilibrio. Su estilo populista y confrontativo no solo marcó la agenda hemisférica, sino que intervino directamente en campañas y elecciones latinoamericanas.
Recientemente, sobre Honduras, Trump pidió abiertamente votar por el ultraderechista Nasry “Tito” Asfura. Lo considera como “el único verdadero amigo de la libertad en Honduras” y descalificó a sus rivales como “casi comunistas”. Ese respaldo fue decisivo en una elección cerrada que terminó con Asfura encabezando los resultados todavía sin oficializarse.
En Argentina, la sintonía ideológica entre Javier Milei y Trump fue evidente. Durante las elecciones parlamentarias de septiembre, Trump vinculó el apoyo económico de Washington al triunfo legislativo de La Libertad Avanza.
Y efectivamente, el partido de Javier Milei obtuvo alrededor del 40% de los votos a nivel nacional, imponiéndose en la mayoría de las provincias clave sobre el peronismo y logrando un triunfo histórico que le aseguró mayoría en Diputados y Senado. El presidente Milei asegura que el apoyo de Trump es hasta 2027 cuando habrá elección presidencial argentina.
Además, en plena campaña hacia el balotaje presidencial en Bolivia en octubre pasado, el presidente Trump calificó de aliados a los candidatos de derecha Rodrigo Paz y Jorge Quiroga. El resultado favoreció a Rodrigo Paz, poniendo fin a dos décadas de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS).
El líder sindical boliviano Adalberto Ticona reaccionó al pronunciamiento de Trump.
En Chile, candidatos conservadores adoptaron el estilo de Trump con mensajes de “recuperar el poder del pueblo”. El proceso, sin embargo, sigue abierto: el país se alista para un balotaje el 14 diciembre próximo entre José Antonio Kast, líder del Partido Republicano, y Jeannette Jara, candidata oficialista de izquierda. Las encuestas muestran una tendencia favorable a Kast, a quien la prensa internacional llama el Trump chileno.
Según los especialistas, la geopolítica de Trump en América Latina quedó marcada por un objetivo claro: influir en elecciones para consolidar gobiernos afines y debilitar a los de izquierda. A ello se sumó un interés estratégico contra China, buscando frenar su expansión en sectores clave como energía, infraestructura y telecomunicaciones.
En contraste, líderes progresistas como Claudia Sheinbaum y Gustavo Petro denunciaron la intromisión estadounidense. Sheinbaum defendió la autonomía mexicana frente a presiones externas.
Por su parte, el izquierdista Gustavo Petro respondió con dureza y acusó a Donald Trump de usar el narcotráfico como excusa para presionar políticamente en Latinoamérica.
Así, América Latina cierra 2025 con un mapa más inclinado hacia la derecha. El 2026 se perfila como un año de definiciones, con elecciones en Costa Rica, Perú, Colombia y Brasil.
