El 28 de abril de 1996 Martin Bryant, un hombre de 28 años, con un rifle semiautomático mató a 35 personas y dejó otras 23 heridas, en el que todavía es uno de los hechos más sangrientos cometidos por una sola persona.
Esto pasó en Port Arthur, en el extremo sur de Tasmania. A Bryant lo condenaron a 35 cadenas perpetuas.
Sus dos primeras víctimas eran conocidas por él. Pero después siguió una matanza indiscriminada en distintos lugares…un café, un parqueadero, un sitio de peajes, una estación de gasolina. Duró 45 minutos. Los muertos representaban personas de todas las edades, desde los 3 años hasta los 71. Muchos de ellos eran turistas que visitaban el sitio histórico de Port Arthur, el antiguo penal, que en sí mismo encierra un pasado bastante oscuro.

Source: AAP
El penal de Port Arthur, que es parte del patrimonio histórico de Australia, fue construido por los ingleses entre 1833 y 1853, y su sistema fue concebido y ejecutado como el peor castigo que un delincuente pudiese recibir: trabajos forzados y torturas físicas y psicológicas hacían parte de la sentencia, al punto que algunas historias relatan que para algunos prisioneros el único escape fue quitarse la vida.
Ahora, a las historias de fantasmas que atraen a los turistas que visitan el sitio histórico, se suma también el recuerdo de la peor masacre que ha vivido Australia y una de las más sangrientas del mundo cometida por una sola persona. Todo esto otorga a una hermosa península un aire melancólico y denso.
La matanza de 1996 quedó registrada en la reciente memoria de Australia como un hito que llevó al gobierno del entonces Primer Ministro John Howard a introducir leyes para el control de armas.
Todas las armas automáticas y casi todas las semiautomáticas quedaron restringidas al público general. Bryant se había hecho a varias armas con plena libertad.
Se introdujo un registro de armas y se volvió obligatorio el periodo de 28 días bajo el cual se puede otorgar una licencia para portar armas. Además, quien requiera la licencia debe proveer una razón genuina para poseer un arma de fuego, y la defensa propia no es una razón que justifique portar una. También se determinaron requisitos estrictos para guardarlas.
Se determinó una amnistía de 12 meses para que quien tuviera armas las devolviera a cambio de una compensación económica, y durante ese año se entregaron más de un millón.
El gobierno estima que el arsenal en manos privadas era de unos 3 millones. Los expertos creen que cuando se les sigue el rastro a muchas de las armas vinculadas a un crimen, a veces se encuentra su origen en propietarios que nunca las entregaron durante la amnistía.
Las estadísticas indican que a partir de ese momento el número de armas en Australia se ha ido reduciendo y las muertes por arma de fuego, incluyendo suicidios, cayeron de unas 600 por año, a 230 hacia el año 2014.