PUNTOS DESTACADOS:
- Chile, Argentina y Bolivia conforman el llamado “triángulo del litio”, mientras Perú y Chile lideran las reservas de cobre.
- En Chile más de 50 comunidades indígenas y rurales han denunciado la pérdida de agua.
- México tiene uno de los yacimientos de litio más grandes del mundo y el gobierno de ese país ha creado una empresa estatal para su explotación.
Con cerca del 35 % de las reservas mundiales de litio y alrededor del 40 % de cobre, América Latina se ha convertido en protagonista de la transición energética y de la fabricación de baterías y tecnologías renovables, y este 2026 se perfila como el epicentro de la disputa global por los minerales críticos.
Pero este auge tiene un costo social: más de 600 comunidades indígenas y rurales, con alrededor de 7 millones de habitantes, están en el epicentro de estos proyectos de extracción.
Chile, Argentina y Bolivia conforman el llamado “triángulo del litio”, mientras Perú y Chile lideran en cobre. El viceministro de Minas de Perú, Carlos Wilson Talavera Flores, proyecta que la demanda de estos minerales se duplique en los próximos años.
En Chile más de 50 comunidades atacameñas y kollas denuncian la pérdida de agua en el desierto de Atacama.
En Argentina unas 80 comunidades originarias reclaman consulta previa frente a proyectos de litio.
En Bolivia alrededor de 70 comunidades quechuas y aymaras se ven afectadas por la explotación en los salares de Uyuni y Coipasa.
En Perú cerca de 100 comunidades campesinas enfrentan impactos por el cobre en Apurímac y Cusco.
México emerge con fuerza gracias al litio del estado de Sonora, uno de los yacimientos más grandes del mundo. El gobierno lo declaró recurso estratégico y creó una empresa estatal para su explotación. Más de 40 comunidades yaquis y rurales cuestionan la explotación y denuncian riesgos de contaminación y pérdida de tierras agrícolas.
Brasil se posiciona con níquel, manganeso y tierras raras, esenciales para baterías y tecnologías limpias. Allí, unas 120 comunidades amazónicas denuncian deforestación y contaminación. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva prometió industrializar los minerales críticos para generar valor añadido. Sin embargo, voces como la de Luiz Gonzaga cuestionan si los beneficios llegan a las comunidades.
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Colombia y Ecuador exploran proyectos de cobre y níquel, con unas 60 comunidades indígenas vinculadas y reclamos por falta de consulta previa.
En Venezuela el Arco Minero del Orinoco concentra reservas de oro y coltán. Más de 50 comunidades indígenas sufren impactos en un contexto de crisis política y económica.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estima que la región podría captar más de 50 mil millones de dólares anuales hacia 2030 en proyectos de litio, cobre, níquel y tierras raras.
En este contexto, China se consolida como principal inversor en el triángulo del litio y en el cobre peruano y chileno. La Unión Europea financia minería responsable en Brasil y Chile. Japón y Corea del Sur apuestan por níquel y manganeso en Brasil y Colombia.
Estados Unidos impulsa acuerdos de “relocalización” con México y Chile. El canciller peruano Hugo de Cela anticipa un memorando de minerales críticos con Washington en 2026.
Con este escenario, América Latina entra en 2026 con la promesa de liderar la transición energética global, pero también con el desafío de que sus pueblos no paguen el precio de un nuevo ciclo extractivo.
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